lunes, 17 de marzo de 2008

Toda una vida...


“Pediré perdón por todos mis pecados, para vivir encadenados” (E.B.)

Román siempre había sido un soñador, pero no uno de esos que solo ahí viven, en sus sueños, siempre iba mas allá, adoraba las fiestas, tenía muchos amigos y amigas, era de esa clase de personas que a uno le hacen la vida más amena, entregadas, amables, inteligentes.
Era escritor, trabajaba en algunas revistas, periódicos, tenía ya publicado un libro y también se dedicaba a promoverlo, todo eso le encantaba; actualmente estaba trabajando en un nuevo libro pero ahora quería ilustrarlo.
Ya tenía 26 años y vivía solo, pero tenía un hermano menor y una hermana mayor, se llevaban todos 4 años entre sí. Su hermano vivía en el extranjero pues consiguió una beca para estudiar allá y su hermana era dentista, casada y con una hija que él adoraba, precisamente ese día él la había llevado a comer helado y al cine, y como aún debía llevarla a casa de su hermana ya se le había hecho tarde.
Miguel era un amante de la naturaleza, del aire fresco y puro y de los árboles. Le encantaba tomar café aunque prefería el chocolate cuando la noche era muy fría; arquitecto de profesión fotógrafo de corazón, de hecho siempre había trabajado como fotógrafo; publicidad, sesiones, revistas, mas de 10 exposiciones montadas etc.
Tenía 28 años, vivía solo, era vegetariano y muy respetuoso, adoraba leer, su plática era muy amena y su voz encantadora; en realidad su compañía no aburría en absoluto. No era muy soñador pues decía que su vida ya era un sueño por sí misma, le gustaba el jazz más que la demás música aunque escuchaba de todo. Se llevaba muy bien con su familia pero vivían en otra ciudad, tenía un hermano y dos hermanas.
Ese día ya iba algo tarde a la cita acordada, se había lastimado una rodilla y no podía caminar muy bien, aunado a su lejano lugar de estacionamiento.
Román entró al café donde lo habían citado, ubicó la mesa acordada y fue sentarse, abrió el menú y comenzó a buscar algo apetecible, después de 10 min. quien entró fue Miguel, a ese mismo café, y pregunto por la misma mesa en la que estaba Román, se acercó...
- Disculpa, ¿y Carlos?, esta mesa la reservó él
Román mientras levantaba la vista dijo de manera desenfadada...
- él no vendrá, problemas de ultima hora, pero yo soy el escritor, así que supongo tu eres el fotógrafo - al verlo su expresión cambió.
- así es – Miguel se sentó - … discúlpame por tardar tanto
Román agachó la mirada, vio una pulsera que Miguel traía en la muñeca y dijo mientras lo veía a los ojos
- Te esperé 26 años, los minutos no importan…
Miguel lo interrumpió y sosteniendo la mirada de Román agregó sonriendo tiernamente...
- Respecto a esos años fue mi disculpa…

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