miércoles, 26 de noviembre de 2008

ALAS II


Romeo se la pasaba dibujando, personas, personajes de comic (ya existentes o de su autoría) o fantasías coloridas y de repente grises. Por su talento siempre destaco, pero en realidad era un chico como tantos otros, no destacaba mucho por su aspecto y su timidez lo obligaba a esconderse de vez en cuando. Sus aspiraciones consistían en tener exposiciones y sobre todo a crear comics y algunos diseños. Su circulo de amigos era más bien reducido por lo regular siempre andaba solo, constantemente se le podía ver sentado en algún rincón solitario de la escuela o caminando, lentamente, con las manos en las bolsas de su pantalón y mirando hacia todos lados como queriendo evitar perderse algún detalle, siempre con sus audífonos de diadema, enormes, como para envolverse en una esfera musical que eternamente lo tenía habitando su exclusivo mundo de fantasía.
Esa mañana de miércoles todo parecía ser normal, al despertar se sentía aún con sueño, pero después de un rato se despabilo y levantó, fue al baño y se vio en el espejo se noto algo raro en el rostro, pero por más que se veía no podía adivinar que era eso raro, era un chico atractivo, tez blanca, cabello negro y ojos profundamente azules. Se lavó los dientes, la cara y se terminó de arreglar para bajar a la cocina a desayunar a toda prisa, se tomó rápidamente su jugo y salió de la casa aún comiendo su sándwich. Caminó directo a la parada del autobús.
Todos los días pasaba por un edifico abandonado que hasta la fecha conservaba una gran vitrina, un impulso lo hizo voltear a verse en el vidrio y al contemplar su reflejo pudo notar un par de alas negras brotando de su espalda, le tomo un par de segundos comprender lo que veía, finalmente, sonrió de una manera angelicalmente malévola que hacía juego con su tierno rostro y sus celestes ojos. Emprendió el vuelo, una pluma se desprendió de sus alas al elevarse, él se perdió en el firmamento y la pluma se fue volando con el viento que los autos provocaban… nadie se dio cuenta de todo lo que pasó con Romeo, todo parecía seguir igual, el ajetreo, el estrés… ahí no pasó nada.

1 comentario:

Indio Cacama dijo...

por eso hay que hacer algo para que el mundo nos eche de menos.