martes, 4 de noviembre de 2008

Adiós...


Había sido en el primero en quien había visto ese brillo en la mirada, con quién había sentido algo más que esas simples mariposas en el estómago, algo más intenso que el nerviosismo que hela las manos… taquicardias más intensas que las que suelen describirse… cada vez que lo miraba era como ver el sol, como sentir una explosión interior, como sentir que al fin tenía un compañero con quien podía hablar sin palabras, sentirlo a distancia y cada vez que se veían su rostro solía iluminarse. Mas sin oscuridad no puede haber luz, y después de un periodo de cálida y reconfortante luz les llegó la ausencia de esta… lo perdió, ya no había más palabras en silencio, miradas acogedoras, besos abrasadores, ni sonrisas reconfortantes, ya no estaría más frente a ella, no sentiría sus manos caminar por su rostro… por su espalda… no había más guarida entre sus brazos… ahora de nuevo estaba sola, al fin encontraba a alguien con quien podía sentirse tranquila y el destino volvía a traicionarla… como hacía mucho no le sucedía volvía a pesarle despertar por las mañanas, salir de la cama y entrar al día día rutinario, ya no sentía una especial motivación, esa mirada que buscaba siempre al prepararse antes de salir cada amanecer ya la había encontrado y se la habían quitado… No podía creer la forma en que había sucedido todo, casi ni había podido despedirse de él, en un abrir y cerrar de ojos se le fue, ere un día normal y de azul se tornó a gris…
Lloró hasta que de cansancio durmió, no hacían ni 3 días que no lo veía, no hacían ni 3 días que lo había dejado ya para siempre y lo extrañaba y no se resignaba, sentía que en cualquier momento entraría por la puerta y como cada mañana le entregaría su jugo de naranja y la besaría y al mismo tiempo ella entre sus manos sentiría a su amor envuelto en el frío del exterior tratando de refrescarla a ella y ella tratando de calentarlo a él, con ese olor mezclado de periódico, jugo de naranja y alguna chuchería para desayunar… que malos, volubles y graciosos hábitos tenían… Su intención había sido visitarlo a diario, llevarle una rosa blanca y estar con él, pero a decir verdad no sabría si podría volver a ese por demás helado lugar…
Estaba a punto de salir a su rutina diaria o a inventarse una nueva, lo que surgiera, más por sobrevivencia que por ganas, sabía que no podría estar en su casa con todo eso dando vueltas en su cabeza… pero no pudo, era justo la hora en que siempre llegaba él para desayunar, ahora no tenía hambre y no pudo ni abrir la perilla de su puerta, se derrumbó y de nuevo llegó el llanto a torrentes… no podía dejar de preguntar ¿por qué?... y de repente un poco de viento movió la cortina de su sala y una calidez tan maravillosa como la que solo él tenía envolvió su corazón… no se había ido y siempre estaría con ella… tenía que decir adiós mas no por eso él se iría… fue triste pero lo comprendió, disfrutó de esa calidez envolvente, secó sus lagrimas y fue por las primeras dos rosas blancas de su promesa…