viernes, 31 de agosto de 2007

MUSA




Era una noche fría, hacía viento y unas nubes se aventuraban en el cielo, había luna pero muy pocas estrellas. Marcela estaba sentada en un sillón, rojo, ya desgastado por los años, y aún así le encantaba, a su lado en el piso había una maleta. Ella miraba fijamente a Javier que en silencio terminaba de moldelar su escultura. Había luz tenue y un poco de aire frío entraba por una ventana mal cerrada y movía la cortina blanca que guardaba un poco la privacidad de esos dos amantes, de pronto Marcela rompió el silencio...


- Siempre me ignoras y yo... necesito a alguien que me proteja


El departamento quedó sumergido en un pequeño pero intenso silencio, Javier levantó la mirada, volteo a verla, la miró unos segundos fija e inexpresivamente y dijo:


- ¿No puedes cuidarte tu sola?- preguntó como extrañado.


Marcela agachó la mirada, bajó los pies del sillón, tomó su maleta y se dirigió hacía la puerta, y volvió a decir


- Necesito a alguien con quién sentirme protegida, a salvo... - Javier la interrumpió, sin despegar la mirada que minutos antes había regresado a su escultura - Marcela, ¿te pasa algo?.


- Tal vez no, pero lo mejor será irme


- ¿Te vas?... yo... necesito a mi musa...


- Siempre seré tu musa, pero desgraciadamente nunca he sido mas que eso para ti, yo nunca pude lograr que me necesitaras más como tu novia que como tu musa... y yo necesito un novio... yo te necesitaba a ti


Ella cerró la puerta tras de sí, dejando el lugar retumbando con sus palabras y aún impregnado de su perfume, de sus risas, de su calor.

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