miércoles, 3 de octubre de 2007

Una nueva historia


“Dejemos las velas encendidas y afuera las heridas. Dejemos que choquen las copas por habernos encontrado” - Luz de día - Enanitos Verdes

Ángel y Minerva estaban frente a frente, ella con pantalón de mezclilla y blusa roja sin manga, para hacer un poco más soportable el calor que la fiesta, del baile y del efecto de las bebidas le provocaban. Su cabello era largo, castaño claro y ondulado, aunque, a esas alturas de la fiesta ya no estaba tan arreglado. Él de pantalón de mezclilla, camiseta negra desfajada, de cabello largo hasta poco arriba del hombro y en capas cortas, negro como la noche sin luna, alborotado y con algunas mechas sobre la cara; de aspecto fuerte, soñador y arriesgado; contrastando con la ingenuidad despierta de Minerva .
Mirada con mirada, latido a latido, alejándose de todo, creando un mundo paralelo al ruido del ambiente, huyendo de la fiesta donde jamás creyeron encontrarse y de la que jamás pensaron alejarse.
Primero fue una mirada, varios latidos, unas palabras, una bebida y después unos besos que decidieron que podrían intentar eternizar la oscuridad de esa noche que los unió.
La adrenalina estaba a tope y la pasión les provocó una sobredosis de inmortalidad; y a pesar de que ella siempre había sido una chica tranquila, de pocos riesgos, actitudes y reacciones bien calculadas y retos bien marcados decidió alejarse de su bien establecida actitud. Ángel por el contrario solo le hacía honor a su nombre cuando veías su rostro, en realidad a él le gustaba probar de todo, no quedarse con dudas, adoraba los riesgos, amaba el peligro, la adrenalina, un poco de todo y lo demás.
Ella se contagió del riesgo, en tan solo unos instantes ambos se habían intoxicado del el otro, y Minerva se contagió de la audacia de Ángel y de esa fiesta se fueron a otras más intentando prolongar todo cada vez más, tomando tequila, vodka, refresco, latidos y más. Su última morada fue un motel, wisky, caricias, sonrisas, besos, adicción al otro; y un amanecer prolongado.
Ella despertó pasada la 1 de la tarde, él aún dormía, pero su movimiento la despertó:
- no recuerdo mucho, a veces la resaca me hace olvidar, y algo como esto me hubiera gustado recordarlo siempre, no omitir detalles ni sensaciones – dijo Minerva mientras acariciaba el rostro de Ángel. -
- bueno, pero eso no importa, lo importante es que nos encontramos, que por fin dejamos de solo creer que existíamos para comprobarlo, y por qué conformarse con solo una noche, si tenemos todo el día para escribir una nueva historia, y toda una vida y toda una eternidad.

No hay comentarios: