Había luna llena y era una noche muy muy fria, aunque a decir verdad para las criaturas como nosotros el frío solo existe cuando no hay sangre que calme nuestra hambre. No sé porque a diferencia de otros días deseo desesperadamente tu presencia... tus manos rodean mi cintura silenciosamente y tus labios se posan tiernamente sobre mi pálido cuello... sabía que vendrías.
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